Casi una entrevista a Jorge Alfonso

Por Marcos Ibarra

Fuente: 45RPM

El fenómeno de los poetas y narradores que insisten en escribir, publicar, generar espacios donde leer sus textos, sin especular acerca del tópico de moda: el éxito, es un dato de la tan mentada “realidad” que merece varios comentarios. Charlemos brevemente con Jorge Alfonso, uno de esos poetas-narradores que han estado presentes en la construcción del espacio que mencionamos.
En su Facebook, encontramos algún dato que transcribimos: Soy un escritor uruguayo. Edité “Porrovideo”, “Cuentos llenos de abrojos” y un libro de poesía de edición artesanal, “Cacareos Poéticos y poemas de amor misógino”.

45rpm– Vos has estado participando desde hace años en el circuito de poetas que recorren la ciudad de Montevideo en particular, leyendo sus textos generalmente en boliches. Contanos acerca de tu lugar en esa experiencia.

J.A.: Bueno, sí, revisando unos papeles veo que desde el ‘98 ando a los saltos en esta calesita de las lecturas de poesía, mayormente en Montevideo, alguna que otra vez un poco más allá. Participé de muchas actividades en sitios muy diversos, viviendo todo tipo de experiencias (buenas, mediocres, horribles, a veces maravillosas). Nunca sabés con qué te vas a encontrar, y capaz que eso es parte del disfrute. Como también la posibilidad de salir un rato de mi cueva de ermitaño y volver a coincidir –excusa poética mediante- con otros enfermitos como yo que por un motivo u otro no veo muy seguido.
Ahora integro un colectivo de gente amiga (Descarrilarte & Cia.), y siempre que puedo los acompaño a donde me convoquen, aunque particularmente la propuesta me atrae más cuando tiene que ver con llevar la poesía a lugares donde habitualmente no llega. Creo que ahí radica una de las claves para revitalizar el género y la literatura en general y para formar y estimular nuevos lectores y escritores.

En Descarrilarte me siento cómodo, aportando de una u otra manera para que las cosas salgan. Mi lugar ahora es ese, militando con estos loquitos que se van conociendo y aprendiendo a respetarse las mañas. Y yo soy bastante mañoso. Últimamente no siempre participo leyendo. A veces tengo ganas de leer y a veces no, y con esta gente un poco pasada de rosca siento una gran libertad, estoy con amigos y doy lo que puedo y quiero dar, igual que todos y sin presiones, tratando de divertirnos pero haciéndolo con la seriedad de un niño que se concentra en el juego.

45rpm– La generación beatnik y algunos exponentes como Allen Ginsberg o William Burroughs, cultivaron una cultura de las “sustancias que producen estados alterados de conciencia” (lo que habitualmente se llama “droga”), como parte esencial de su creación literaria.Claro que si se repasa, la gran mayoría de los artistas que son nuestros referentes (amados u odiados), utilizaban sustancias similares; los mencionados antes, son los que más hablaron frontalmente del asunto. Más cercano a nosotros, Julio Herrera y Reissig andaba por esos rumbos. ¿Creés que es esencial consumir alguna sustancia para ingresar en el mundo creativo?

J.A.: Para ingresar en el mundo creativo sólo es necesario crear (valga la redundancia). La ingesta o no de sustancias es algo secundario que tiene escasa influencia en el hacer (por lo menos en mi caso). A lo sumo dichas sustancias actúan a veces como un disparador del proceso creativo o alertan al escritor sobre situaciones interesantes que merecen ser narradas o poemadas, pero nada más. Lo esencial es laburar con devoción en lo que uno hace, meterle tiempo, meterle ganas y esfuerzo para ofrecer algo digno y no hacer perder el tiempo y la paciencia a los demás.

45rpm– No leí ninguno de los libros que editaste, pero sé que el escenario en que transcurren tiene que ver con lo que habitualmente se llama “el bajo”, o bien lo que más recientemente se conoce como “lo plancha”, “lo terraja”, en fin. Esos narradores que asoman en tus textos dan testimonio de episodios de ese mundo; vos como lector de tus propios textos, ¿te identificás con ese mundo, o lo ves como escenario que conocés pero no te incluye?

J.A.: Mirá, en lo personal trato de que mi literatura refleje el lugar en el que vivo y las personas que me rodean. No necesariamente las bendigo ni las condeno: lo que quiero es hacerlas parte de mi obra. Yo adhiero a esa frase de “pinta tu aldea y pintarás el mundo”. Y por suerte no soy el único. Me parece que ya es hora de dejar de mirar hacia afuera y observar con qué herramientas contamos acá y qué significado encierran estas herramientas y sobre todo qué podemos hacer con ellas. Por supuesto que el ambiente y las personas me influyen, no sólo a nivel literario, pero eso no significa que tenga que glorificarlos siempre o burlarme siempre. Sus diferentes facetas merecen tanto una cosa como la otra.

Como las mías, como las de todo el mundo. Cada uno de nosotros es una mezcla única de muchísimas influencias, la mayoría de las cuales son casi imposibles de rastrear. Pero no por eso me identifico con el estereotipo del plancha desdentado y su maldito chiqui-pun chiqui-pun, como tampoco me identifico con el estereotipo de los “señores-escritores-políticamente-correctos y hábiles declarantes”, que me aburren casi tanto como un discurso político. Si tengo que elegir, prefiero quedarme en el medio.

45rpm– En un mundo en que lo políticamente correcto es muchas veces un pretexto para censurar y juzgar, ¿te ha afectado cuando ya desde el título en tus libros se alude a la droga o a lo misógino? ¿te pasa como a tantos, que te “acusen”?

J.A.: Soy el único responsable de los títulos de mis libros. Me parece pertinente aclararlo. Por supuesto que sabía a lo que me exponía pero también sabía que esos y no otros tenían que ser los títulos. En “Porrovideo” el hilo conductor de la mayoría de los cuentos giraba en torno a la ciudad y a la marihuana, así que cuando se me ocurrió ponerle así supe que ya no iba a barajar otras posibilidades, porque ningún otro nombre vestiría a mi libro correctamente. Por otro lado “Cacareos poéticos y poemas de amor misógino” también es muy explícito, y le puse así porque me pareció un nombre honesto y representativo de lo que el lector tendría entre manos.

La primera mitad del libro expresa una cierta bronca y también digamos una cierta postura ideológica respecto a la poesía y los poetas y a otros asuntos, y la segunda mitad del libro está conformada por un puñado de poemas de amor, sí, pero no de ese amor edulcorado de telenovela de la tarde que me provoca náuseas, sino de un amor misógino que se sabe misógino y por tanto incoherente y contradictorio, pero en lugar de avergonzarse lo exhibe ya desde el título. En cuanto a eso de que te acusen, es como en la canción: “siempre sobrarán para decirte fuerte si sos una mierda o no”. Siempre va a haber gente con muchas ganas de tirarte encima el odio que les sobra. Algunas veces ni siquiera se molestan en leer tus libros, les basta una entrevista o una idea general que se hicieron sobre tu persona, aunque ni siquiera te conozcan. Otros tiran mierda casi indiscriminadamente (sólo se salvan sus “amigos” o mejor dicho sus contactos, a los que elogian lo más posible). Pobrecitos. Creen que así fortalecen una pose intelectual de crítico “polémico”, “contra”. En fin. Dios los ayude.

45rpm– El Estado a través de su gobierno, ¿cómo se comporta frente al fenómeno artístico del que estamos charlando, según tu punto de vista?

J.A.: Creo que los gobernantes todavía están aprendiendo cómo lidiar con los artistas. Históricamente el poder y el arte nunca tuvieron una relación “estable”. Sin duda ahora parece haber mayor interés por los bienes culturales: está la reivindicación del patrimonio, están los fondos concursables, están las actividades que pretenden llevar cultura a los barrios, en fin, hay diversas propuestas que antes no existían, claro, pero muchas veces el Estado termina pareciéndose a un pulpo con infinidad de tentáculos que no se conectan demasiado bien unos con otros. No es fácil. Todavía hay bastantes acomodos y acomodados, y aunque existen buenas intenciones, ya todos sabemos que con las buenas intenciones no basta. Antes que nada habría que proteger mejor a los artistas, preocuparse por dignificar su función y auspiciarla económicamente si dicha función es realizada con calidad y termina constituyendo un aporte valioso para la comunidad. Y no caer en el viejo error (costumbre ancestral de este bendito país) de esperar a que los autores estén muertos para desatar una euforia de homenajes.

45rpm– Decía antes que no he leído tus libros aún. Escuché en el festival Ñ (*) que tuvo lugar en Montevideo en agosto de 2010, un texto que leíste ya finalizando el evento. El texto y la lectura del mismo me produjeron un efecto de admiración y me trasmitieron una síntesis tal, que considero legítimo encarar esta especie de entrevista, sin conocer mucho más. El texto se transcribe en este mismo número de 45rpm, pero el condimento que le da la lectura en voz alta, falta. ¿No sería importante plantearse la edición de material escrito, acompañado de registros de audio?
(*) El Festival Ñ tuvo lugar en la sala de conferencias del Teatro Solís. Se habían dispuesto mesas con micrófonos para los lectores. A su turno, Jorge Alfonso optó por pararse en una de las sillas de la primera fila, y a viva voz, leyó su texto).

J.A.: Doy fe de que no digo esto por alcahuete: a pesar de que nunca leíste mis libros tus preguntas terminaron siendo de las más interesantes que me han hecho hasta ahora. Me obligaron a repensar ciertos asuntos que ya venía masticando hace tiempo y hasta terminaron dándome pie para escribir algunos textos cuyo destino será otro muy distinto que esta entrevista. Me alegra que te gustaran mi texto y mi lectura.

Respecto a si sería importante un registro en audio, bueno, sí, puede ser, es otra forma de divulgación y como tal tiene ventajas y desventajas respecto a la edición impresa. En estos últimos años junto a diversos amigos tuvimos varias tentativas de digitalizar nuestras lecturas. Pero por el momento no hemos podido consolidar dichas tentativas. En La Ronda (*) según tengo entendido se grabaron unas cuantas. Me parece un complemento interesante de la labor del escritor, pero no deja de ser eso, una curiosidad, un complemento, una forma de acercamiento más íntima con los lectores, transformados en oyentes. Lo fundamental para mí es el texto.

Si el texto no transmite nada desde el papel, tampoco transmitirá nada leído “en vivo” o grabado en un cd que probablemente se olvidará en el tiempo, por más que en las lecturas en vivo pesan otras cosas que no se pueden transmitir desde papel. Pero hay que tener cuidado con esto y saber bien qué estamos haciendo y por qué, para no terminar como terminé yo un día, vendido como stand-up y haciendo macacadas en un boliche… Hay que tener claro dónde está lo que nos interesa y dónde no. Yo descubrí que tengo una cierta facilidad para acaparar la atención de la gente cuando leo en público, pero no soy un actor ni un narrador oral ni nada parecido.

A veces me siento como el tipo ese que en un asado se pone a contar chistes y de repente se convierte en la alegría de la fiesta y produce un cierto efecto en quienes lo rodean, una suerte de magia, de encantamiento, de hipnosis. El tema es que ese efecto no puede ser forzado. Forzarlo sería convertir un momento hermoso en un acto semejante a la prostitución. Capaz que si ponés a ese tipo frente a una cámara todo ese encantamiento se desvanece.
(*) La Ronda de Poetas, espacio de lectura y encuentro que coordina Martín Barea Mattos

45rpm– ¿Hay otras disciplinas (artísticas o no), que tengan presencia en tu proceso creativo?

J.A.: La música está muy unida a mi vida. El único momento en que no estoy oyendo música es cuando duermo. A tal punto que ya no puedo siquiera imaginarme cómo sería mi vida sin ella… En una época intenté aprender guitarra, pero sólo estudié un año. Actualmente me convertí en un coleccionista maníaco de cd’s y mp3’s. De estos últimos tengo más de 34.000, y mis gustos son muy eclécticos: desde jazz a electrónica, rock, pop, música brasileña, candombe, folclore, en fin, de todo. Por otro lado lo plástico también tiene una fuerte presencia en mi vida. No como creador, sino como degustador. Mi mujer se dedica al grabado y muchas veces charlando nos damos cuenta de que nuestras artes coinciden en muchos aspectos y enfrentan problemas similares.

45rpm– ¿Tenés un “lector omnipresente” cuando escribís?

J.A.: Sí, un tal Jorge Alfonso. Lector durísimo, despiadado, pirómano y casi imposible de complacer. Hablando en criollo, un tremendo sorete…

45rpm– El paisaje nacional, lleno de contradicciones y penurias, es en el cual transcurre este episodio de la escritura y el arte casi en estado de parias. Si se cambiara esa relación perversa, ¿seguirían habiendo textos con el mismo carácter de impacto? O bien: la miseria intelectual expresada como diferencia entre cierto público y los escritores casi malditos, ¿es parte esencial de la creación literaria que describe tu trabajo?

J.A.: El “impacto”… Me suena fea la palabrita. Ese “impacto” depende de tantas cosas… ¡Perseguirlo es corretear como un boludo detrás de una liebre intoxicada! Para mí el impacto viene de la mano del laburo, del laburo constante y obsesivo. El impacto capaz que es apenas un subproducto del trabajo bien hecho. Y la miseria intelectual fue una temática importante para este autor en determinados textos (y lo sigue siendo), pero no es la única manera de lograr ese impacto. Buscar impactar “a priori” me parece ridículo, me suena forzado y puede dar lugar a textos efectistas y panfletarios que poco tienen que ver con la verdadera creación literaria.

45rpm– Decí algo acerca de esta oposición que te propongo como tal: reconocimiento versus éxito.

J.A.: “El éxito consiste en despertar cada mañana” como escribió con gran puntería Tabaré Rivero. El éxito… ¿Le servirá a Amy Winehouse el éxito en el más allá? Lo dudo mucho. Y volviendo al más acá, ¿si mis libros no me dan de comer, puedo hablar entonces de éxito? Si el reconocimiento tiene que ver con premios, distinciones, medallitas y diplomas, con ver tu nombre en la vidriera de una librería o en la vidriera mediática, entonces sí, capaz que puedo decir que tuve éxito o reconocimiento. Para mí son iguales e igualmente inútiles. Pensemos un poco. ¿Cuántos artistas valiosos se nos fueron sin ser reconocidos? ¿Y cuántos lo lograron en demasía y al final el tiempo los voló como el globo inflado que eran? Muchos, muchísimos.

En cuanto a mí, se supone que me fue bien, se supone que yo no puedo quejarme. ¡¡¡Las pelotas!!! ¡Claro que me quejo! Si esto es el éxito, entonces me vendieron un buzón. No era lo que esperaba, no era lo que yo imaginaba. Sabés una cosa, el éxito brilla mucho más de lejos que de cerca. Cuando te aproximás un poco ves que eso que vos pensabas que era el éxito no es más que una construcción fantasmagórica de tu ego, y ahí te das cuenta que el éxito es otra cosa.

El éxito es ser feliz (sí, aunque suene cursi, eso es el éxito para mí). Es estar en paz, es vivir tranquilo e ir evolucionando día a día, es poder disfrutar de un buen mate oyendo jazz de la mano de Jimmy Smith, como lo estoy haciendo ahora. O escuchar a Hernán Oliva, un violinista argentino que nada tuvo que envidiarle a ninguno de los grandes (leí por ahí que en Holanda lo consideran el mejor del planeta), y que vivió su vejez prácticamente en la pobreza, mendigando lugares donde tocar por unos pesos. ¡Mirá qué éxito! Para un servidor el éxito es poder oirlo en paz, disfrutando cada nota de sus escasísimas grabaciones, y hacerlo sabiendo que no jodiste a nadie, que si alguna vez pensaste en ganar altura nunca pisaste cabezas para conseguirlo, que dormís tranquilo, que hay mucha gente que te quiere y que ya te quería con la misma intensidad antes de que tu nombre estuviera en la vidriera irrespetuosa.

45rpm– En este número transcribiremos el texto del festival Ñ que mencionamos. ¿O es un texto similar? En fin, decinos algo acerca de este texto, y contanos algunos sitios de la web donde se pueden leer más cosas, es algo que yo hice y recomiendo. Si querés, decí también aquello que tenés ganas y no apareció en la charla. Todo es bienvenido desde un tipo como vos.

J.A.: El texto es un “remix” del que aparece en “Cacareos”. Mejor que el que quiera leerlo lo lea y saque sus propias conclusiones.

Otros links del autor:

Las elecciones afectivas / Las afinidades electivas

Huesía

Cacareos poéticos y poemas de amor misógino

Poetas Siglo XXI

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *